Un año más ya estamos en Navidad y ya estamos inmersos en los preparativos de las comidas, cenas y encuentros gastronómicos en general que jalonarán nuestra vida en los próximos días. Inmersos en ese frenesí de compras realizadas bajo el asedio del bombardeo publicitario, merece la pena encontrar un momento para reflexionar sobre dos cosas:
La primera, la cantidad de comida que se tira porque, literalmente, no podemos más. Terminamos hartos, ahítos de comer y beber. No creo que haya datos fiables porque las distintas campañas de concienciación ofrecen cifras muy diversas, pero todos somos conscientes de que podríamos comprar de forma más razonable para evitar el fatídico momento de: "tíralo a la basura que ya no lo quiere nadie. Y es una pena porque estaba buenísimo...".
Y la segunda, la importancia de lo que compramos. El hecho de que queramos agasajar a nuestros seres queridos en torno a una mesa está en la esencia misma del ser humano: somos seres sociales y nos gusta disfrutar y compartir los momentos felices (e incluso los no tan felices) en compañía. Y hemos logrado convertir algo que podría ser de mera supervivencia (alimentarnos) en un momento feliz, en una cuestión clave para nuestra vida.
De ahí la importancia de lo que llevamos a la mesa. Nuestros productos tienen una historia detrás. Muchos son el resultado de siglos de trabajo, han sido forjados en paisajes milenarios, provienen de la tradición transmitida de padres a hijos, suponen el esfuerzo de familias, de agricultores, de ganaderos, de elaboradores que ayer y hoy, continuan apostando por conseguir unos productos que transmitan la esencia y la sabiduría de las generaciones anteriores.
Por eso, todos los días, y también en Navidad... Alimentos navarros, Nafarroako jakiak.
Feliz Navidad y feliz Año Nuevo
Zorionak eta urte berri on